THE DARKEST
HOUR, que traduce LA HORA MÁS OSCURA, es un filme impactante para todos los
latinoamericanos no sólo por la calidad de la película y la actuación de Gary
Oldman -quien, como tantos actores de carácter, arremeda la voz, los modales y los
gestos de Wiston Churchill-, sino sobre todo por el dilema que su director, Joe
Wright, presenta. ¿Guerra o paz? ¿Lucha o sometimiento? ¿Muerte o esclavitud?
El
filme antagoniza dos posturas, la pacífica, personificada por el saliente Primer Ministro británico Neville Chamberlain,
y la bélica, encarnada por Churchill. Recordemos que Neville Chamberlain
fue nominado al Premio Nobel de la Paz al igual que Hitler y Stalin. Lo que se presenta en un principio en un debate por la
paz se convierte en una batalla por la supervivencia de la democracia y los
derechos individuales más primordiales, como lo son la propiedad privada y la
autodeterminación. El pacifismo de Neville Chamberlain se torna paulatinamente
en cobardía, por no decir en complacencia con la tiranía, en tanto que la postura
bélica de Churchill se delinea como libertad y gallardía.